El abrazo de la locura.
En El abrazo de la locura Emilio Ebergenyi observa los múltiples rostros de la realidad y reflexiona seriamente sobre el hecho de trazar grafías (escribir o dibujar) en el espacio: “Soy una persona a la que le gusta escribir”, apunta.
Asegura que “escribir es preñar la noche con sueños”. Sus trazos encuentran las locuciones de la fantasía; simultáneamente hurga debajo de su piel las condiciones de esa realidad cuestionable y perfectible. Constrasta el reposo y la intensidad porque sabe mostrar la diversidad sensible de su expresión escrita en un permanente cotejo con su vigorosa e imaginativa oralidad.
Actor.
Emilio Ebergenyi se despoja en estas páginas de la máscara de la tragedia griega. Muestra su rostro personal. Su identidad pública preserva un espacio íntimo, secreto. En Actor, Emilio sube a un escenario cuya escenografía es la temible y demandante hoja blanca.
Las palabras del personaje vivo desgarran un monólogo que fluye con la tinta -en esa doble capacidad de reflexionar a plena garganta en el proscenio-, mientras reúne los sentimientos del profesional que ha de adaptar y adoptar un papel para representarlo ante el público. Este libro nos permite seguir escuchando “a la mitad del foro” la voz de este obstinado historiador de lo cotidiano.
Palabra de Zurdo.
En Palabra de zurdo, Emilio Ebergenyi construye un testimonio que originalmente se dibujó con una caligrafía elegante y cuidadosa. Tal vez por ello el ritmo del pensamiento filtra en cada trazo la tinta que toca las márgenes del descanso y del insomnio, de la ira y del amor siempre presente.
Escribir con la mano izquierda augura una diferente capacidad que se hace diestra para trazar comentarios en la soledad de una cabina de radio y otros sitios entrañables, donde el silencio se rompe sólo con el eco de la pluma en su movimiento circular sobre el papel. Palabras que ahora podemos leer en voz baja en una frecuencia distinta a la de las ondas descubiertas por Hertz.
México de lejitos.
México de lejitos nos invita a acompañar a Emilio Ebergenyi en un viaje que da cuenta de los paisajes interiores y de las sensaciones exteriores que se mueven dentro del viajero.
“Había cosas, dentro y fuera, que quería conversar conmigo mismo”, escribe Emilio, y en otro momento añade: “No renuncio a mi condición de poeta.” Eso es exactamente su escritura: un viaje del lenguaje poético en las diversas posibilidades que encuentra de la mano un lector tenaz, constante. Un observador que participa en el mundo. Para un ser humano comprometido con la búsqueda de explicaciones, el viaje es una experiencia vital. Este libro nos permite desplazarnos por ese paisaje de adentro que Emilio comparte con nosotros.
Emilio Ebergenyi nació y murió en la ciudad de México (1 de septiembre de 1950 – 10 de noviembre de 2005).
En su múltiple ejercició artístico frecuentó escenarios, coloreó lienzos, llenó libretas con dibujos y palabras… Sus ideas dieron voz a la atónita realidad en su trabajo como locutor. Aún ahora puede escucharse en numerosos programas culturales.
Sobre sí mismo anotó:
“Ebergenyi Espartaco abre los ojos antes que el amanecer. Ama lo que hace: hablarle a la palabra. Padre de una hija, un hijo y un libro; lágrimas de amor ante la estulticia; se desnuda y pierde frente al micrófono, la caligrafía y el silencio.
En la mesa que se escancia con vida es frívolo e intenso, es calamidad, es cinismo.”